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Pies para que os quiero, si tengo alas para volar…

enero 14, 2009

FRIDA KAHLO

Magdalena del Carmen Frida Kahlo Calderón, mejor conocida como Frida Kahlo, nació en Coyoacán, al sur de la Ciudad de México, el 6 de julio del 1907. A pesar de ello, Frida decía haber nacido en 1910, año del inicio de la Revolución Mexicana: «Nací con la Revolución» , porque quería que su vida comenzara con el México moderno. Este detalle nos muestra su singular personalidad, caracterizada desde su infancia por un profundo sentido de la independencia y la rebeldía contra los hábitos sociales y morales ordinarios, movida por la pasión y la sensualidad. Orgullosa de su mexicanidad y de su tradición cultural, se enfrentó a la reinante penetración de las costumbres estadounidenses, todo ello mezclado con un peculiar sentido del humor.

Frida fue la tercera hija de Guillermo Kahlo, fotógrafo de origen germano-húngaro, de religión judía con su segunda esposa, la mexicana Matilde Calderón y González, de ascendencia española e indígena de religión católica. Sus dos hermanas mayores fueron Matilde y Adriana; después de ellas nació el único hijo varón de la familia, el cual sobrevivió apenas unos días. Cuando Frida tenía apenas once meses, en junio de 1908[2] [3] nace su hermana menor, Cristina, su constante compañera y la única de las hermanas Kahlo en dejar descendencia. Además de ellas, Frida tuvo tres medio-hermanas mayores: María Luisa, la mayor, una segunda hermana fallecida nada más nacer y Margarita, todas nacidas del primer matrimonio de su padre con María Cardeña (llamada también Cerdeña en algunas fuentes), fallecida en el parto de Margarita en 1898.

Sin embargo, de acuerdo al estudio de Gaby Franger y Rainer Huhle,[4] formaba parte de la leyenda, no pocas veces instigada por la propia Frida, que Guillermo Kahlo tuviera raíces húngaras o judías. Estos autores sostienen que probablemente el fotógrafo nació en Pforzheim, pequeña ciudad del estado de Baden-Wurtemberg y que sus abuelos y resto de antepasados pertenecieron a la burguesía local y eran de religión luterana.[5] [6]

Su vida quedó marcada por el sufrimiento físico que comenzó con la poliomielitis que contrajo en 1913 y continuó con diversas enfermedades, lesiones, accidentes y operaciones. Esta primera enfermedad le dejó una secuela permanente: la pierna derecha mucho más delgada que la izquierda.

En 1922 entró en la Escuela Nacional Preparatoria de Ciudad de México, la más prestigiosa institución educativa de México, la cual empezaba por primera vez a admitir chicas como alumnas. Allí sus travesuras la convirtieron en la cabecilla de un grupo mayoritariamente formado por chicos rebeldes con los que realizó innumerables trastadas en la escuela teniendo generalmente como víctimas a sus profesores. Fue precisamente en esta escuela donde entraría en contacto con su futuro marido, el conocido muralista mexicano Diego Rivera, a quien le había sido encargado pintar un mural en el auditorio de la escuela.

En 1925 aprendió la técnica del grabado con Fernando Fernández Domínguez. El 17 de septiembre de ese mismo año un accidente de tranvía la dejó con lesiones permanentes debido a que su columna vertebral quedó fracturada y casi rota, así como diversas costillas, cuello y la pelvis, su pie derecho se dislocó quedando machacado, su hombro se descoyuntó y un pasamanos le atravesó el vientre, introduciéndosele por el costado izquierdo. La medicina de su tiempo la torturó con operaciones quirúrgicas (32 a lo largo de toda su vida), corsés de distintos tipos y diversos mecanismos de «estiramiento».

El aburrimiento que le provocaba su postración la llevó a empezar a pintar: en 1926, todavía en su convalecencia, pintó su primer autorretrato, el primero de una larga serie en la cual expresará los eventos de su vida y sus reacciones emocionales ante los mismos. La mayoría de sus pinturas las realizará estirada en su cama y en el baño. Sin embargo su gran fuerza y energía por vivir le permitieron una importante recuperación.

Tras esa recuperación, que le devolvió la capacidad de caminar, una amiga íntima la introdujo en los ambientes artísticos de México donde se encontraban, entre otros, la conocida fotógrafa, artista y comunista Tina Modotti y el futuro marido de Frida Diego Rivera.

La artista contrajo matrimonio con Rivera el 21 de agosto de 1929. Su relación consistió en amor, aventuras con otras personas, vínculo creativo, odio y un divorcio en 1940 que solamente duró un año.

Poco después de su divorcio con Diego Rivera, Frida Kahlo terminó un autorretrato constituido de dos personalidades: Las Dos Fridas. Con este cuadro, asimila la crisis marital, a través de la separación entre la Frida en traje de tehuana, el favorito de Diego, y la otra Frida, de raíces europeas, la que existió antes de su encuentro con él. Los corazones de las dos mujeres están conectados uno al otro por una vena, la parte europea rechazada de Frida Kahlo amenaza con perder toda su sangre.

Al matrimonio lo llegaron a llamar la unión entre un elefante y una paloma, pues Diego era enorme y obeso mientras que ella era pequeña y delgada. Por otra parte; Frida, debido a sus lesiones, nunca pudo tener hijos, cosa que tardó muchos años en aceptar.

A pesar de las aventuras de Diego con otras mujeres (que llegaron a incluir a la propia hermana de la pintora), ayudó a Frida en muchos aspectos. Él fue quien le sugirió a Frida que vistiera con el traje tradicional mexicano consistente en largos vestidos de colores y joyería exótica. Esto, junto a su semblante cejijunto, se convirtió en su imagen de marca. Él amaba su pintura y fue también su mayor admirador. Frida, a cambio, fue la mayor crítica de Diego y el amor de su vida.

La creciente reputación de Rivera en los Estados Unidos los llevó entre 1931 y 1934 a pasar la mayor parte del tiempo en Nueva York y Detroit.

Entre 1937 y 1939 el revolucionario ucraniano Leon Trotsky vivió exiliado en su casa de Coyoacán junto a su mujer. Allí tendrá un romance con el líder comunista para, tras su asesinato a manos del miembro de la NKVD estalinista Ramón Mercader, ser acusada como autora del mismo. Esto la llevó a estar arrestada pero finalmente fue dejada en libertad cosa que ocurrió de igual modo con su marido.

En 1938 el poeta y ensayista del surrealismo André Bretón califica su obra de surrealista en un ensayo que escribe para la exposición de Kahlo en la galería Julien Levy de Nueva York. No obstante, ella misma declara más tarde: «Creían que yo era surrealista, pero no lo era. Nunca pinté mis sueños. Pinté mi propia realidad».

En 1939 expone en París en la galería Renón et Collea gracias a Bretón. Su estancia en la capital francesa la llevó a relacionarse con el pintor malagueño Picasso y a aparecer en la portada del Vogue francés. Por entonces Frida era conocida en el mundo entero. A partir de 1943 dio clases en la escuela La Esmeralda del México D.F.

frida-kahlo

En la primavera de 1953 la Galería de Arte Contemporáneo de esta misma ciudad le organizó, por primera vez, una importante exposición. La salud de Frida era muy mala por entonces y los médicos le prohibieron el asistir a la misma. Minutos después de que todos los invitados se encontraran en el interior de la galería se empezaron a oír sirenas desde el exterior. La muchedumbre enloquecida se dirigió al exterior, allí estaba una ambulancia acompañada de una escolta en motocicleta. Frida Kahlo había sido llevada a su exposición en una cama de hospital. Los fotógrafos y los periodistas se quedaron impresionados. Ella fue colocada en el centro de la galería. La multitud fue a saludarla. Frida contó chistes, cantó y bebió la tarde entera. La exhibición había sido un éxito rotundo.

Ese mismo año le tuvieron que amputar la pierna por debajo de la rodilla debido a una infección de gangrena. Esto la sumió en una gran depresión que la llevó a intentar el suicidio en un par de ocasiones. Durante ese tiempo, debido a que no podía hacer mucho, escribía poemas en sus diarios, la mayoría relacionados con el dolor y remordimiento.

Murió en Coyoacán el 13 de julio de 1954. No se realizó ninguna autopsia . Fue velada en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México y su féretro fue cubierto con la bandera del Partido Comunista mexicano, un hecho que fue muy criticado por toda la prensa nacional. Su cuerpo fue incinerado y sus cenizas las alberga la Casa Azul de Coyoacán, lugar que la vio nacer.

Sus últimas palabras en su diario fueron: «Espero que la marcha sea feliz y espero no volver jamás».

A los cuatro años de su muerte, la Casa Azul se convirtió en el Museo Frida Kahlo.

Varios museos le han dedicado retrospectivas: el Instituto Nacional de Bellas Artes del ciudad de México (1977), el Museo de Arte Contemporáneo de Chicago (1980), la Whitechapel de Londres (1982), la Tate Modern de Londres (2007) y el Museo de Arte Contemporaneo de Monterrey (2007).

DIEGO RIVERA

Nació el 13 de diciembre de 1886 en la ciudad de Guanajuato, Mexico, en una familia de judíos conversos, es decir, de judíos que se vieron obligados a convertirse al catolicismo (fue criado como católico, pero estaba consciente de su herencia judía).[2] A partir de 1896 comienza a tomar clases nocturnas en la Academia de San Carlos de la capital mexicana, donde conoce al célebre paisajista José María Velasco. En 1905 recibe una pensión del Secretario de Educación, Justo Sierra y en 1907 recibe otra del entonces gobernador de Veracruz, Teodoro A. Dehesa Méndez, que le permite viajar a España a hacer estudios a obras como las de Goya, El Greco y Brueghel;[3] e ingresar al taller de Eduardo Chicharro en Madrid. A partir de entonces y hasta mediados 1916 alterna su residencia entre México, España y Francia, país en el cual tuvo los primeros contactos con las reuniones de artistas de Montparnasse, donde tuvo acercamientos con intelectuales y artistas de como Alfonso Reyes Ochoa, Pablo Picasso y Ramón María del Valle-Inclán, consiguiendo el acercamiento con las nuevas corrientes que en Europa existían como el cubismo. Ese mismo año, en París, nace su primer hijo, Diego, fruto de su primer matrimonio con la pintora rusa Angelina Petrovna Belova mejor conocida como Angelina Beloff; sin embargo, el niño moriría al año siguiente. Hacia 1917, influenciado por las pinturas de Paul Cézanne, se introduce en el Postimpresionismo, logrando captar la atención con sus acabados y vivos colores, a diferencia de otros muralistas mexicanos.

En 1919 nace una hija fruto de sus relaciones extramatrimoniales con Marievna Vorobieva-Stebelska, Marika Rivera y Vorobieva, a la que nunca reconocería pero sí sostendría económicamente. Hacia el año de 1920, y gracias al entonces embajador de México en Francia, Alberto J. Pani, Rivera abandonó el país y emprendió un viaje a Italia, donde comenzó el estudio del arte renacentista. Cuando Álvaro Obregón designó a José Vasconcelos como secretario de educación, Diego Rivera regresó a México para participar en las campañas emprendidas por Vasconcelos y en las cuales participó también con los muralistas mexicanos José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros y Rufino Tamayo, así como con el artista francés Jean Charlot.

En enero de 1922, comenzo a pintar su primer mural, en el Anfiteatro Simón Bolívar de la escuela Preparatoria Nacional.[4] La pintura de Rivera comienza a convertirse en un factor considerable y de influencia para el Movimiento Muralista Mexicano y Latinoamericano. En diciembre de ese mismo año se casa con Guadalupe Marín, también conocida como la «Gata Marín», la muchacha que limpiaba la casa en donde éste vivía mientras hacía el mural de la Escuela Nacional Preparatoria. Era una indígena mexicana de piel morena, larga cabellera negra y ojos verdes.

Con ella tiene dos hijas: Lupe, nacida en 1925 y Ruth, nacida en 1926. En septiembre de 1922 inicia el fresco en la Secretaría de Educación Pública. Se convierte también en el co-fundador de la Unión de Pintores, Escultores y Artistas Gráficos Revolucionarios. Para ese mismo año, se da uno de los acontecimientos que marcaría gran parte de la vida de Diego, su anexión al Partido Comunista Mexicano, uno de los grandes factores influyentes dentro de su pintura. También se le otorgan los permisos necesarios para comenzar con las pinturas y murales del Palacio de Cortés en Cuernavaca y en la Escuela Nacional de Agricultura, en Chapingo, así como en el Palacio Nacional de la Ciudad de México, donde de 1929 a 1935 creó un ciclo narrativo sobre la historia del país desde los tiempos de los aztecas hasta el siglo XX.

Vida en el extranjerofrida_kahlo_diego_rivera_1932

Hacia 1927, Rivera es invitado a los festejos de los primeros diez años de las Revolución de Octubre en la Unión Soviética, por lo que parte hacia la Ciudad Rusa de Moscú. Tras su divorcio con Guadalupe Marín en 1928, contrajo terceras nupcias con la pintora Frida Kahlo en el año de 1929. Igualmente, este mismo año, fue expulsado del Partido Comunista Mexicano. Hacia 1930, fue invitado a los Estados Unidos para la realización de diversas obras, donde su temática comunista desataría importantes contradicciones, criticas y fricciones con los propietarios, el gobierno y la prensa estadounidense.

Las más destacadas pinturas de Rivera en aquel país se encuentran en el San Francisco Art Institute -Escuela de Arte de San Francisco- así como en el Instituto de Artes de Detroit.

Hacia 1933, se da uno de los sucesos más controvertidos en su vida. Cuando el industrial John D. Rockefeller Jr. contrata a Rivera para pintar un mural en el vestíbulo de entrada o «lobby» del edificio RCA en la ciudad de Nueva York. Este era el edificio principal de un conjunto de construcciones que se habría de denominar como «Rockefeller Center».

El edificio, situado en «Fifth Avenue», una de las avenidas más famosas, se posicionaba como uno de los emblemas más importantes del capitalismo. Diego Rivera, diseñó para esta ocasión, el mural denominado El hombre en una encrucijada. Pero cuando Rivera se encontraba a punto de completarlo, incluyó un retrato de Lenin. La reacción de la prensa y la controversia que suscitó el retrato de Lenin, fue inmediata y vocífera.

Rockefeller, vio el retrato como insulto personal y mandó cubrir el mural y más tarde ordenó que fuera destruido. Rivera poco después regresó a México en 1934, donde pintó el mismo mural «El hombre en una encrucijada» en el tercer piso del Palacio de Bellas Artes de México.[5]

En 1936 solicita al presidente Lázaro Cárdenas del Río, el asilo político de León Trotsky en México que se concreta el año siguiente, recibiéndolo en la Casa Azul de Frida Kahlo. Para 1940 ya se había distanciado del célebre disidente ruso y se había divorciado de Frida Kahlo, volviéndose a casar con ella a finales de ese año.

Hacia 1946, pintó una de sus obras más importantes, «Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central» en el entonces recién construido Hotel del Prado de la Ciudad de México. También integra junto con José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros, la comisión de Pintura Mural del Instituto Nacional de Bellas Artes.[6]

En 1950 ilustró Canto General de Pablo Neruda y en 1955 ante la muerte de Frida Kahlo en junio del año anterior, se casó con Emma Hurtado y viajó a la Unión Soviética para ser intervenido quirúrgicamente. Falleció el 24 de noviembre de 1957 en Coyoacán, Ciudad de México y sus restos fueron colocados en la Rotonda de los Hombres Ilustres, contraviniendo su última voluntad.

En el Mural que se encuentra en el Palacio de Gobierno, Diego Rivera pinta a sus esposas y amigos. Lupe Marín se encuentra pintada a un lado de Frida Kahlo.

http://es.wikipedia.org/wiki/Frida_Kahlo

http://es.wikipedia.org/wiki/Diego_Rivera

No soy lo que solía ser, soy un cuadro de tristeza, arrimadito a la pared…

enero 13, 2009

La pintura es una de las artes más antiguas de México. En el México prehispánico está presente en edificios, códices, cerámica, atuendos, etc; ejemplo de ello son las pinturas murales mayas de Bonampak o las de Teotihuacan, Cholula y Monte Albán. Se cree que la pintura rupestre más antigua de América es la encontrada en una cueva de la península de Baja California con 7500 años de antigüedad.

Pintura mexicana de los siglos XVI y XVII

La pintura mural tuvo un importante florecimiento durante el siglo XVI; lo mismo en construcciones religiosas como en casas de linaje; tal es el caso de los conventos de Acolman, Huejotzingo, Tecamachalco y Zinacantepec. Se dice que fueron principalmente pintores indígenas dirigidos por frailes los que las realizaron. Estos se manifestaron también en manuscritos ilustrados como el Códice Mendocino.

Por un tiempo se creyó que el primer pintor europeo radicado en la Nueva España, fue Rodrigo de Cifuentes (artista apócrifo) a quien incluso llegó a atribuirsele obra como “El bautizo de los caciques de Tlaxcala”, pintura del retablo mayor del Ex Convento de San Francisco en Tlaxcala. El flamenco Simón Pereyns vino a la Nueva España en 1566 y es considerado el más notable pintor de esta época. Con Francisco de Morales, Francisco de Zumaya, Andrés de la Concha y Juan de Arrúe formó un grupo de pintura culta. Se conservan de este maestro flamenco, entre otras, pinturas suyas del retablo de Huejotzingo y un San Cristóbal en la Catedral Metropolitana.

vo también numerosas manifestaciones; Pese a la destrucción, sobre todo de escultura y arquitectura; pese al acoso y ataque contra los tlamatinime, «los que saben cosas»; la conquista, y luego la colonia, no lograron desterrar del pueblo de México las dos cualidades fundamentales del artista náhuatl: «ser dueño de un rostro y un corazón» y «humanizar el querer de la gente.»;[2] lo que se aprecia en los materiales empleados, el manejo del color y las formas, así como en la expresión temática.

Las obras eclesiásticas fueron las más importantes del siglo XVII. Entre los pintores relevantes podemos citar a Baltasar de Echave Ibía y a su hijo Baltasar Echave Rioja, también a Luis Juárez y a su hijo José Juárez, a Juan Correa, Cristóbal de Villalpando, Rodrigo de la Piedra, Antonio de Santander, Bernardino Polo, Juan de Villalobos, Juan Salguero y Juan de Herrera. Juan Correa, trabajó intensamente de 1671 a 1716 y alcanzó gran prestigio y fama por la calidad de su dibujo y la dimensión de algunas de sus obras. Entre las más conocidos: Apocalipsis en la Catedral de México, La conversión de Santa María Magdalena, hoy en la Pinacoteca Virreinal y Santa Catarina y Adán y Eva arrojados del paraíso este último en el Museo del Virreinato de Tepozotlán.[3]

Caravaggio y Francisco de Zurbarán como Pintor del Rey influyeron notablemente en la creación artística de este período. Del último se trajeron numerosas obras para las iglesias de la Nueva España. Al final del período barroco la figura de Bartolomé Esteban Murillo se hace presente en los talleres novohispanos.

Pintura mexicana del siglo XVIII

Josep Antonio de Ayala, La familia del Valle a los pies de la Virgen de Loreto, 1769.

A la par con la construcción de templos y casas proliferan los temas religiosos. En la Nueva España, cómo en el resto del Nuevo Mundo, a partir del siglo XVII, y en particular durante el siglo XVIII, el retrato pasó a ser parte importante del repertorio artístico. En una sociedad caracterizada por el profundo sentimiento religioso del que estaba imbuida, se esperaba que muchos retratos reflejasen las virtudes morales y la piedad del modelo.[4]

Algunos pintores destacados de esta época son: Cristóbal de Villalpando, Juan Correa, José de Ibarra, Joseph Mora, Nicolás Rodríguez Juárez, Francisco Martínez, Miguel Cabrera, Andrés López y Nicolás Enríquez. Sebastian Zalcedo pinta ca. 1780 una bella alegoría de la Virgen de Guadalupe en óleo sobre lámina de cobre

Una descripción del arte colonial nos dice: «En el “Patrocinio de San José sobre el Colegio Carolino” se aprecia como figura principal de la obra a San José, quien carga sobre su lado izquierdo al niño Jesús. Dos arcángeles lo flanquean y sostienen su largo manto púrpura. En la parte superior se observa a otros dos pequeños ángeles con la intención de coronar al santo». «Por siglos, la obra fue atribuida a Manuel Caro, pero las minuciosas labores de restauración permitieron encontrar la firma del autor original: Miguel Cabrera.»[5]

Algunos pintores, como Nicolás Rodríguez Juárez, participaban en la ejecución de arcos triunfales para la entrada de los virreyes, corregidores y arzobispos. El poblano José Luis Rodríguez Alconedo fue el último pintor novohispano.

Pintura mexicana del siglo XIX

José María Velasco, El Valle de México.

En este siglo también se cuenta con ejemplos de pinturas murales como las de estilo costumbrista creadas entre 1855 y 1867, en La Barca, Jalisco.[6]

Destacan en esta época: Pelegrín Clavé, Juan Cordero, Felipe Santiago Gutiérrez y José Agustín Arrieta.

En México, en 1846 se contrató a Pelegrín Clavé para dirigir la reapertura de la Academia de San Carlos, organismo desde el que fomentó la temática histórica y el paisajismo con una visión europeísta. [7]

La pintura de Edouard Pingret reprodujo las costumbres y los paisajes mexicanos y estimuló a sus contemporáneos a recrear las costumbres locales y el escenario rural.

Hermenegildo Bustos es uno de los pintores más apreciados de la historiografía del arte mexicano. Destacan también en estos años Santiago Rebull, José Salomé Piña, Félix Parra, Eugenio Landesio y su célebre discípulo, el paisajista José María Velasco, así como Julio Ruelas.

Pintura mexicana del siglo XX

Los grandes muralistas mexicanos de la posrevolución desarrollaron, con Ia pintura mural, el concepto de «arte público», un arte para ser visto por Ias grandes masas en los principales edificios públicos de la época, y que no podía ser comprado y transportado fácilmente a otro lugar, como sucede con la pintura de caballete.

http://es.wikipedia.org/wiki/Pintura_de_M%C3%A9xico